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China y la seda, el origen.

Como tenemos tiempo libre y estamos en China, nos vamos de compras.

¿Qué tal algo de seda? Al fin y al cabo, estamos en el país que la descubrió.

Esta es la historia de su descubrimiento.

Tenemos que retroceder muchos años para aparecer en el momento justo en el que el ser humano descubre el secreto de la seda, hecho que sucedió alrededor de los años 2700-2650 a.C. Esta historia la conocemos gracias a los escritos de Confucio, el gran sabio chino.

El emperador chino Huang Ti tenía moreras plantadas en el jardín de su palacio, pero ya llevaban un tiempo que no tenían buen aspecto. Se estaban marchitando y no sabía el por qué. Así pues, solicitó a su querida esposa, Si Ling-Chi, que echase un vistazo.

Si Ling-Chi recogió unos capullos para poderlos examinar detenidamente más tarde, ya era la hora del té y como emperatriz no podía faltar. El caso es que la mujer no dejaba de examinar los capullos recién cogidos de las moreras, tal era su concentración que uno de ellos terminó en el todavía muy caliente té. “¡Qué fastidio!”, tuvo que pensar la esposa del emperador. Sin embargo, no sabía que estaba a las puertas de uno de los grandes descubrimientos de la historia. Con mucho cuidado intentó sacarlo de la taza, pero el capullo ya no salía entero se estaba desenrollando en un hilo de seda larguísimo. La emperatriz lo enrolló en una bobina y empezó a investigar.

Con el tiempo, aprendió a criar las orugas y a devanar los capullos. Si Ling-Chi guardó el secreto y sólo ella y sus doncellas poseían el conocimiento de la fabricación de la seda. Como tenían recelos de que se pudiese conocer, se editó un decreto imperial que condenaba a la tortura y a la pena de muerte a todo aquel que lo divulgase.

Desde aquel momento, tanto los gusanos como las moreras no podían ir más allá de las fronteras del Imperio del Centro. Este secreto permaneció así hasta aproximadamente el año 550 d.C. cuando unos monjes enviados por el emperador Justiniano trajeron huevos de gusano escondidos dentro de unos bastones de bambú. A partir de entonces, los europeos pudieron fabricar su propia seda.

De vuelta a nuestros días, ahora podemos ver la seda en muchísimos lugares, seguro que incluso en nuestras casas tenemos alguna prenda de este exquisito material. Países como Italia o Japón, entre otros, cuentan desde hace muchos años con una reputación admirada por todos, pero China siempre tendrá el honor de haber sido, durante siglos, la única nación que lo producía y exportaba.

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